La lección 58

Decía el otro día Isabel Camiña, en esta entrada, que La ventriloquía de Wenceslao Ciuró era prácticamente el único tratado de este arte escrito en castellano, pero hay que decir que eso no es del todo exacto.

Estoy hablando ni más ni menos que de una de las Lecciones de Ilusionismo (aunque más que lecciones se trata de una enciclopedia) escritas por Alfredo Florensa Casasús, concretamente la número 58, la que habla de la ventriloquía. Son unas 60 páginas escritas a máquina y que forman ya parte de la historia de la magia y, cómo no, de la historia de la ventriloquía.

El origen  de Florensa fue catalán pero estuvo afincado en Madrid. Coincidí con él en un congreso de magia y he de decir que era una enciclopedia viviente, una persona con la que daba gusto conversar, y un enamorado de la ventriloquía, lo que le llevó a ganar dos premios: El Primer premio de ventriloquía en el III Congreso Mágico Nacional en 1959 y el Primer premio de ventriloquía en el I Certamen Mágico Portugués en 1960.

Este cariño al arte de la ventriloquía queda plasmado en esta lección 58 y nos da precisamente eso una “lección” que empieza por lo teórico y termina con lo práctico. Son explicaciones largas pero muy detalladas, porque lo que Alfredo quería es que todo quedase muy claro.

Por el cariño y el aprecio que le tengo a este mago y gran ventrilocuo, esta lección ocupa un lugar destacado en mi biblioteca.