Eugenio Balder

5 de noviembre de 2014


En el primer cuarto del siglo pasado, surgirían muchos artistas dispuestos a hacerse un hueco en el arte de la ventriloquía que, gracias al valenciano Paco Sanz, se hacía cada vez más popular. El más aclamado de todos, el mayor rival de Sanz, fue Eugenio Balderraín Santamaría, de origen vasco pero nacido en Madrid en 1878, y conocido artisticamente como Balder.

Balder debutó en el teatro Romea de Madrid en 1906. Poco después, en 1909, marchó a Argentina, donde pasó varios años, consiguió importantes éxitos y publicó un tratado de ventriloquía. Volvió a España a finales de 1911 y reapareció en el mismo Romea donde debutó. Los años en Argentina le sirvieron para perfeccionar su arte, y a partir de entonces adquirió una notable popularidad en los teatros españoles, convirtiéndose en el principal rival de Sanz, por su habilidad como ventrílocuo, el éxito de sus actuaciones y la gracia de sus muñecos.

Fue Balder el primero en afeitarse el bigote con el que los ventrílocuos cubrían hasta entonces la boca, incluyendo al propio Paco Sanz, para disimular la pronunciación de consonantes labiales.

A diferencia de Sanz, que contaba con un equipo de colaboradores y mecánicos, Balder fabricaba por sf mismo, en un semisótano de la calle de la Cruz, sus autómatas: Don Cleto, un paleto de gramática parda, el más querido por el público; el niño Luisito Kiriki, indiscreto, cabezota y orgulloso de ser gurriato (de San Lorenzo del Escoral); Gaonilla, un torero pendenciero y respondón; Doña Cañerías, mujer cursi que no soportaba las ordinarieces de Gaonillay con la que Balder solía bailar tangos y chotis, o el modisto Serapio Florido. La característica principal del humor de Balder eran las bromas y ocurrencias típicamente madrileñas de sus castizos personajes.

Entre 1913 y 1915 realiza funciones en el parque del Retiro con las que alcanza un sonoro éxito. Durante esta época publicó una revista satírica titulada Cleto y se le organizó un banquete de homenaje al que acudieron numerosos periodistas, literatos y artistas de la ciudad. Y, en el palacio de la condesa de los Llanos, actúa ante los reyes de España.

En 1922, el dramaturgo Enrique Jardiel Poncela escribió para el diario La Correspondencia de España un artículo titulado "Los escandalosos abusos del ventrílocuo Balder: confidencias de Cleto, doña Cundi, Kiriki y Gaonilla" en el que transcribía un diálogo de sus más populares muñecos .

Su estancia en Argentina le inspiró para crear con autómatas, hacia 1930, la simpática Orquesta Criolla Madrid – Buenos Aires, que se unió a otras formaciones musicales de su invención, como los flamencos fúnebres, el cantaor el Niño de las Melancolías y su guitarrista, el Niño de las Tristezas, y un grupo de baturros que cantaba jotas.

En 1935 presentó dos muñecos inspirados en los famosos personajes de dibujos animados Betty Boop y el ratón Mickey.

Su actividad no se detuvo ni siquiera durante la guerra civil, cuando participó en numerosas funciones benéficas para la infancia y la poblaciónde la sitiada capital española.

La decadencia del género después de la Guerra Civil fue apagando su actividad y se retiró a mediados de los años cincuenta, después de haber sufrido las cortapisas de la censura previa de sus diálogos cómicos.

Falleció en Madrid, su ciudad natal, en 1964.

En la colección de marionetas del Museo Nacional del Teatro, situado en Almagro (Ciudad Real), se exhibe el grupo de muñecos de la Orquesta Criolla Madrid – Buenos Aires de Eugenio Balder.

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1 comentario

  1. Isabel, tengo entendido que las cabezas (mascaras) de los muñecos de Balder fueron hechas por un escultor llamado Juanito Pacheco, si bien eran mecanizadas por Balder. Marcelo Melison.

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